Cuando realizamos ejercicio físico desencadenamos un proceso de
oxigenación imprescindible para que las células de nuestro organismo
puedan obtener la energía que necesitan y así poder hacer frente al
entrenamiento.
En condiciones de esfuerzo y en ejercicios duraderos, se puede llegar a
consumir un valor de oxígeno de doce a veinte veces superior al de una
persona sedentaria.
Este consumo mayor de oxígeno en momentos de mayor esfuerzo, es el
responsable de un exceso de producción de radicales libres, con el
consiguiente daño celular de tipo oxidativo, conocido como “stress
oxidativo” que hay que tener en cuenta para poder frenarlo.
Un exceso de radicales libres acelera el proceso de envejecimiento de
nuestro organismo y puede provocar lesiones y enfermedades al disminuir
las defensas: problemas en el sistema cardiovascular, desarrollo de
enfermedades neurodegenerativas, incremento del riesgo de desarrollar
tumores… En los deportistas origina además un daño muscular que se
traduce en dolor y sensación de inflamación, a la vez que frena la
recuperación del glucógeno del músculo.
Una persona joven, sana y bien entrenada, se puede defender
perfectamente de este exceso de radicales libres incrementando la
producción y la actividad de los sistemas enzimáticos endógenos
(superóxido dismutasas, glutatión peroxidasas y catalasas) capaces de
neutralizar gran parte de estas moléculas inestables, ayudados también
por una correcta ingesta de las vitaminas E y C, el betacaroteno,
minerales como el Zinc, Selenio o el Cobre y otras sustancias
antioxidantes como ALA, flavonoides, Coq-10, etc.
Por eso, para mantener un buen estado de salud y un alto rendimiento
deportivo hay que lograr un equilibrio entre los mecanismos que generan
estos radicales libres y los que los neutralizan, que son las sustancias
antioxidantes que podemos encontrar en muchos alimentos, principalmente
frutas, verduras y hortalizas, legumbres, cereales integrales, frutos
secos, aceite de oliva y en algunos suplementos.
Los antioxidantes después del ejercicio ayudan a acelerar el proceso de
recuperación y a incrementar las defensas ya que mejoran el
funcionamiento del sistema inmunológico.
Los antioxidantes también juegan un papel importante en la prevención y
recuperación de lesiones, debido a la influencia de los radicales libres
en el proceso de inflamación. Dosis adecuadas de antioxidantes ayudan
en la recuperación de procesos inflamatorios postraumáticos y a la hora
de aliviar pequeñas lesiones.
Tener unas células más jóvenes y de mejor calidad nos garantizará una
mejor salud por mucho más tiempo lo que se traducirá en un mayor
rendimiento físico.