Los espárragos son los tallos tiernos de la esparraguera, los egipcios los consideraban un alimento para los dioses por su sabor y sus propiedades medicinales y en el Renacimiento se consideraban afrodisíacos, por lo que se prohibió su consumo en los conventos.
Se distinguen dos variedades de espárragos, el blanco y el verde. El blanco crece bajo tierra sin luz del sol, lo que evita que se forme la clorofila que da el color verde. El espárrago verde o triguero crece bajo la luz del sol. Aunque se pueden encontrar espárragos todo el año, bien de vivero o de conserva, es en los meses de primavera cuando los espárragos frescos se encuentran en temporada.
Aportan betacarotenos, vitaminas C y E y folatos. Son ricos en minerales como el potasio, hierro, fósforo y yodo.
Los espárragos son ricos en agua y fibra y bajos en calorías, por lo que te ayudan a perder peso sin pasar hambre por su efecto saciante y reductor del apetito. Son conocidos por su potente efecto diurético, debido a su contenido en potasio, que ayuda a eliminar el exceso de líquidos y sustancias de desecho del organismo. Contienen un aceite esencial conocido como asparragina, responsable de que después de comer espárragos, la orina tenga olor y color extraño. Como buen laxante por su contenido en fibra, los espárragos son perfectos para dietas depurativas o para los casos de retención de líquido e inflamación.
Tan sólo han de consumirlos moderadamente las personas con problemas de ácido úrico, gota o cálculos renales por sales de ácido úrico, por su contenido en purinas.
Para las personas deportistas, no sólo ayudan a perder grasa y kilos, también son un alimento antioxidante para combatir los radicales libres y revitalizantes por su alto contenido en folatos.
Un saludo Joan Biel.
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