No es aventurado afirmar que casi todo mundo ha experimentado un calambre después de un día de actividad física anormalmente intensa, aunque también suele presentarse mientras se realiza gran esfuerzo, movimientos monótonos y cuando modificamos la posición corporal en donde una de nuestras extremidades se encontraba incómoda o tensa.
Asimismo, es común que este tipo de contracción muscular genere miedo o pánico ante la sorpresa que genera y, por tanto, no se sabe qué hacer. Lo cierto es que los calambres suelen ser inofensivos, frecuentes en personas sanas y se deben a irrigación sanguínea insuficiente de un músculo y pérdida de minerales como potasio, calcio y sodio.
CAUSAS
Práctica deportiva y trabajos físicos prolongados son la principal causa de calambres, debido a fatiga muscular y por no reemplazar la pérdida de agua, sodio y potasio que sufre el organismo al sudar. Usualmente se presentan al dormir, cuando se realiza un movimiento o estiramiento que desencadena la contracción dura de un músculo (frecuentemente del pie o pierna) que no puede relajarse.
Los calambres son también muy frecuentes en personas de la tercera edad, debido a que su organismo sufre alteraciones de calcio, magnesio y algunas enzimas; asimismo, es un problema de hábitos por que muchos ancianos no toman las cantidades de agua suficientes, llevan una dieta inadecuada y no realizan actividad física, lo que repercute no sólo en disminución de líquido y sales, sino también en problemas de circulación y baja resistencia al esfuerzo.
Otros motivos que pueden generar calambres son:
- Consumo de alcohol, refresco de cola, café y cigarrillo, pues el organismo utiliza calcio u otros minerales para procesar y eliminar estas sustancias.
- Deficiencia de vitaminas del complejo B, concretamente de tiamina (B1), que es una sustancia que contribuye a la transmisión de impulsos nerviosos a los músculos.
- Gripe o resfriado común, ya que hay un descenso en la cantidad de agua.
- Problemas circulatorios (como várices) en combinación con posiciones que dificultan la irrigación sanguínea, pues eliminan de momento la circulación.
- Exceso de grasa y colesterol, así como obesidad, pues condicionan trastornos en el flujo sanguíneo.
- Alteraciones hormonales, debido a que tanto en el climaterio como al padecer enfermedades en la tiroides puede disminuir la cantidad de calcio en el organismo.
- Trastornos menstruales pueden producir sangrados abundantes y, con ello, generar una disminución de sales y agua en el organismo.
- Enfermedades renales, ya que ocasionan desequilibrio de los minerales (electrolitos) en la sangre.
- Finalmente, la epilepsia se caracteriza por la generación de descargas eléctricas desordenadas que pueden dar pie a contracciones musculares y, por ende, calambres.
Antes del calambre suele presentarse una fasciculación o movimiento involuntario en el músculo, parecido a un tic, que indica excitación excesiva de las terminales nerviosas, de modo que esta señal puede ser una advertencia. En el momento de la contracción, la persona afectada u otra que le auxilie deberá ejecutar una serie de sencillos pasos para resolver la situación, siempre conservando la calma.
Primeramente se interrumpirá la actividad que se realiza, aunque generalmente el propio calambre obliga a detenerse; luego se procederá a estirar el músculo y a darle masaje vigoroso para que la tensión desaparezca. También da buenos resultados y reconforta apretar con fuerza la zona afectada, tratando de no dañar o pellizcar la piel.
Una vez que el espasmo cede, la extremidad se debe poner en movimiento con suavidad para que el músculo trabaje, con la finalidad de prevenir el resurgimiento del malestar. Finalmente, refrescar la región con agua fría suele ayudar; no es necesario tomar analgésico alguno ni aplicar pomadas o ungüentos.
LOS CALAMBRES PUEDEN EVITARSE
Existen diversos recursos que ayudan a prevenir estas molestas manifestaciones:
- Estirar los músculos antes de hacer cualquier ejercicio.
- Evitar esfuerzo físico excesivo, aunque se recomienda practicar ejercicio por lo menos tres veces por semana.
- Tomar líquido suficiente (6 a 8 vasos con agua al día); si hay pérdida fuerte se recomienda ingerir soluciones con electrolitos, como sodio y potasio.
- Disminuir la cantidad de grasa en la dieta Incorporar alimentos ricos en calcio; lácteos, pescados, frutas y legumbres son fundamentales.
- También se recomiendan los cítricos (naranja, toronja, limón, guayaba), que tienen importante contenido de potasio.
- Mantener peso regular y adecuado.
- Si se detectan problemas de circulación, podrá utilizarse una bolsa con agua caliente para favorecer el flujo sanguíneo.
- Excluir refrescos, café, tabaco y alcohol de la dieta.
- Corregir posturas que provoquen tensión o presión sobre los músculos.
- Recuerde que los calambres suelen ser un padecimiento inofensivo, por lo que las medidas arriba citadas bastarán para erradicarlo; en caso de que el problema persista se deberá acudir a un médico general para encontrar las causas del malestar.
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