La deshidratación hace que nuestra sangre se vuelva más espesa. Como el cuerpo debe tratar de mantener el suministro de sangre a los músculos activos y los órganos vitales, la frecuencia cardiaca aumenta conforme el corazón se esfuerza por dar abasto.
La deshidratación produce fatiga temprana y sobrecalentamiento debido al suministro inadecuado de sangre. Esta es la razón por la cual la deshidratación reduce el rendimiento físico, disminuye la capacidad mental e incrementa el riesgo de complicaciones relacionadas con el calor. Al perder inclusive una pequeña cantidad de líquidos corporales (p.ej. 1% de peso corporal) se puede reducir el rendimiento.
Para poder evitar los efectos de la deshidratación y rendir adecuadamente en el ejercicio es importante que te hidrates ANTES, DURANTE Y DESPUÉS del ejercicio. Llevar una botella con líquido y tenerla cerca de donde te estés ejercitando es tan indispensable como utilizar zapatos tenis en una sesión de ejercicio.
Recuerda que las necesidades de líquido varían dependiendo de cada individuo, la intensidad del ejercicio que realice y las condiciones ambientales, por lo que no se puede dar una recomendación generalizada de hidratación. Para saber si te hidrataste adecuadamente durante tu sesión de entrenamiento debes pesarte antes y después del ejercicio, si te falta peso quiere decir que te faltó recuperar líquidos y si ganaste peso, que te sobre hidrataste. Recuerda que una adecuada hidratación consiste en beber lo suficiente para reemplazar las pérdidas sin consumir un exceso.
Un saludo Joan Biel.
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