Restos de nuestros primitivos ancestros de forma humana, los Australopithecus
afarensis, datan de 3,5-3,8 millones de años. Cerca de cuatro millones de años
de evolución de la familia humana, Hominidae, produjo la raza humana moderna, H.
sapiens aproximadamente 35.000 años atrás (71). Los primitivos Homínidos eran
recolectores (buscaban lo que había); pero, casi un millón de años atrás, la
caza y la pesca estaban firmemente establecidas como forma de vida para los
seres humanos. Este estilo de vida significaba un gran gasto energético durante
varios días por semana, con series pico de actividad física extenuante .
El siguiente cambio principal en el desarrollo sociocultural de la humanidad
fue la domesticación de plantas y animales y el comienzo de la agricultura, lo
que ocurrió hace sólo 10.000 años. Los avances industriales durante los últimos
200 años, llevaron a una mayor urbanización y así al comienzo de la clase media.
Pero, aún durante este período, la mayoría de las personas tenían un gasto
energético relativamente alto, en comparación con el de la sociedad, al final
del siglo 20.
Los requerimientos del gasto energético en los seres humanos han disminuido
durante el transcurso del siglo 20, tendencia que aparentemente se aceleró
durante la era tecnológica, luego de la 2da. Guerra Mundial (92). El aumento del
transporte automotor, la adopción popularizada de actividades sedentarias, y los
aparatos que ahorran el trabajo humano, son los principales contribuyentes de
esta disminución. Las demandas de energía metabólica de los trabajos extenuantes
de antes, tales como la minería, son mucho menores hoy que en el pasado debido a
la mecanización y automatización. Los seres humanos evolucionaron para ser
animales activos y pueden no ser capaces de adaptarse bien al estilo de vida
sedentario de la sociedad moderna. Este punto está bien establecido por Eaton y
cols. (27): “Desde un punto de vista genético los humanos de hoy son cazadores
de la Edad de Piedra, desplazados a través del tiempo a un mundo que difiere de
aquel para el cual nuestra constitución genética fue seleccionada.
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