Las
concentraciones de los biomarcadores relacionados con el estatus de
vitamina B12 se asociaron con un deterioro en la función cognitiva
global, según la reciente investigación del Departamento de Nutrición
Clínica del Rush University Medical Center de Chicago. El metilmalonato,
un marcador específico de la deficiencia de vitamina B12, puede afectar
a la cognición mediante la reducción del volumen cerebral total,
mientras que el efecto de la homocisteína (no específico para la
deficiencia de vitamina B12, ya que también puede deberse a carencia de
folatos) influye en el rendimiento cognitivo.
El déficit de biomarcadores relacionados con el estatus de cianocobalamina afecta al volumen cerebral y al rendimiento cognitivo
El
ser humano sintetiza la vitamina B12 en el colon (última porción del
intestino grueso), pero por esta vía endógena el organismo no es capaz
de obtener toda la vitamina que precisa a diario. Por este motivo, la
dosis diaria del nutriente debe procurársela con alimentos de origen
animal, como el hígado, los pescados y mariscos, los huevos, las carnes
y, en menor cantidad, la leche y derivados. Con todos ellos,
distribuidos en la dieta de manera equilibrada, se cubren las
necesidades diarias. Por lo general, además, la manipulación culinaria
no comporta pérdidas de porcentaje, salvo cuando se hierve la carne o el
pescado durante largo tiempo.
La cocción disminuye hasta un
30% la riqueza vitamínica y este fenómeno es un inconveniente, ya que
las personas mayores optan por este tipo de preparado más fácil de
masticar. De hecho, el más reciente informe presentado el pasado 30 de
noviembre en la reunión anual de la Sociedad Radiológica de América del
Norte (RSNA) confirma que la ingesta de pescado al horno o a la parrilla
protege contra el deterioro cognitivo. Los expertos han encontrado
mayor nivel de materia gris, crucial para la salud y la actividad
cerebral, en personas que comían pescado al horno o a la parrilla (más
que frito), sobre una base semanal de alimentación equilibrada, incluso
tras tener en cuenta otros factores como la actividad física, la edad,
el sexo y la educación.
Otra dificultad de una dieta
equilibrada en las personas mayores es que su falta de apetito
condiciona las ingestas necesarias de nutrientes. Hay que tener presente
que las verduras, las frutas, las hortalizas, las legumbres y los
cereales, base de una alimentación sana, no contienen B12. Se debe
alcanzar la cantidad diaria necesaria de vitamina, en torno a los 2
microgramos al día, si bien no es fácil, ya que los alimentos que la
contienen se rechazan con frecuencia según se tiene más edad. Sin
embargo, hay que marcar la importancia de lograrlo. Para cumplir con el
propósito es clave habituar a la persona a ingerir un lácteo diario,
además de tres huevos y cuatro raciones de pescado a la semana,
alternado con carnes, y, de vez en cuando, unas gambas como ejemplo de
marisco nutritivo.
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