La creatina o ácido metil-guanidinoacético, es un compuesto natural
que se sintetiza en el hígado, el páncreas y los riñones a partir de
tres aminoácidos (arginina, glicina y metionina). Además, también se
encuentra en ciertos alimentos, especialmente en el pescado, en la
carne y en otros productos animales. Una persona de unos 70 kilos de
peso tiene unos depósitos de creatina de unos 120 gramos. Alrededor
del 95% se encuentra en la musculatura. El resto se reparte entre el
corazón, la retina y el cerebro. Las necesidades diarias de creatina
para esta persona son de unos 2 gramos. En general, la mitad se obtiene
a través de la dieta y, el resto, lo sintetiza el propio cuerpo.
Los suplementos de creatina que se comercializan son una versión
sintética de dicha sustancia. La creatina, y más precisamente su forma
fosforilada o fosfocreatina, cumple principalmente cuatro funciones
durante el ejercicio intenso. Primero, regenera adenosín trifosfato
(ATP), única moneda de cambio energética que el músculo es capaz de
utilizar para llevar a cabo su actividad. Segundo, transporta la
energía desde su principal lugar de producción en las células
musculares hasta su lugar de utilización. Tercero, ayuda a mantener la
acidez o pH en el interior de los músculos, evitando que se produzca
una acidificación que impediría que la intensidad del ejercicio pueda
mantenerse durante más tiempo. Además, ayuda a regular el aporte de
energía por medio de la utilización de la glucosa. A largo plazo,
podría pensarse que la ingesta de creatina facilitaría el aumento de
la masa muscular producido por el entrenamiento, bien por estimular la
síntesis de proteínas musculares, bien por permitir llevar a cabo
entrenamientos de mayor calidad.
Se ha demostrado científicamente que con cantidades suplementarias
de creatina en la dieta, los depósitos musculares de creatina y de
fosfocreatina pueden aumentar entre un 15% y 30%, y un 10% y 40%,
respectivamente. Por tanto, sería lógico pensar que esta mayor
disponibilidad de creatina y fosfocreatina favorecería el rendimiento
deportivo, al mejorar la capacidad de la musculatura del deportista
para realizar las funciones anteriormente mencionadas. Atendiendo a
los resultados científicos disponibles en la actualidad, se puede
afirmar que los suplementos dietéticos con creatina puede ayudar a
mejorar el rendimiento deportivo. Sin embargo, esta afirmación debe
ser hecha con prudencia puesto que la mayor parte de los estudios
científicamente fiables han sido realizados sobre personas sedentarias
o poco entrenadas y en condiciones experimentales de laboratorio. En
estos casos, los resultados no pueden extrapolarse directamente a
gente deportista bien entrenada ni a las condiciones de competición. Más
o menos la mitad de los estudios indican efectos benéficos de la
creatina sobre el rendimiento físico, mientras en la otra mitad no se
observa ninguna mejora. Los efectos beneficiosos se observan
principalmente en actividades intensas y repetitivas, pero no en
ejercicios únicos o de larga duración. Por todo ello, la creatina no
puede considerarse en ningún caso como una sustancia capaz de hacer
que los deportistas que la utilizan alcancen niveles insospechados de
rendimiento o batan récords imposibles, como muchas personas deportistas
lo creen.