mientras que la porción central es la más pobre.
Agarra una lechuga y haz la prueba: la
parte más expuesta al sol es de un verde más intenso y tiene una mayor
concentración de vitamina A y beta-caroteno que las hojas centrales. Sin
embargo, normalmente tiras esas hojas y te comes las de color más
blanquecino que hay en el interior, cuando en realidad son menos
interesantes.
Multiplica los beneficios
"La
parte externa de las frutas y verduras tiene entre tres y diez veces
más vitaminas, micronutrientes y antioxidantes que la pulpa. Del mismo
modo, la piel concentra más fibra, algo muy interesante para el
organismo ya que favorece el tránsito intestinal y ayuda a regular el
nivel de glucosa y colesterol en sangre", confirma Jesús Huertas,
secretario general del Instituto de Nutrición y Tecnología de los
Alimentos de la Universidad de Granada.
En
el caso de que una fruta no pueda comerse con piel, sé muy cuidadoso al
retirar la cáscara para desperdiciar la menor cantidad posible de piel
blanca (la que se encuentra entre la pulpa y la cáscara), ya que allí
está la fibra. Es decir: cuando peles una naranja, no te esmeres tanto
en quitar la piel blanca porque es muy buena.
Combate la oxidación
"En
la piel de la fruta hay grandes concentraciones de compuestos
polifenólicos con actividad antioxidante demostrada. Entre otras
razones, esto sucede porque al estar expuestas a la luz solar y a los
rayos ultravioleta, éstas frutas y hortalizas incrementan sus mecanismos
de autodefensa con antioxidantes que acumulan en la piel", indica
Francisco Orallo, catedrático de Farmacología en la Universidad de
Santiago de Compostela.
De lo único que te tienes de preocupar es de lavar bien la verdura y la fruta para eliminar los gérmenes y herbicidas que se acumulan en su piel. A continuación tienes el cesto que hemos seleccionado (con las manos limpias...) para ti:
De lo único que te tienes de preocupar es de lavar bien la verdura y la fruta para eliminar los gérmenes y herbicidas que se acumulan en su piel. A continuación tienes el cesto que hemos seleccionado (con las manos limpias...) para ti:
Tomate
Hay
quien los hierve para quitarles la piel, pero es un error pues es allí
donde más se concentra el licopeno, el pigmento natural que le da su
color rojo característico. A saber: los de tipo "pera" tienen hasta diez
veces más de licopeno que los de ensalada (en ese sentido, cuanto más
maduro, más cantidad). El licopeno posee propiedades antioxidantes y
actúa protegiendo las células de los radicales libres. También existen
evidencias científicas de que previene el síndrome de degeneración
macular, principal causa de ceguera más allá de los 65 años. "Hay que
comer siempre el tomate con piel, ya que es muy rica en caroteno,
vitamina C y un compuesto que tiene una acción anticancerígena",
confirma Jesús Huertas.
Calabacín
La
mayoría de sus nutrientes se encuentran en la piel, por lo que no
conviene pelarlo. Además, si la has probado, ya sabes que tiene buen
sabor. A diferencia de otras hortalizas, la intensidad del verde de la
piel, no influye en la calidad de la pieza, y sólo depende de la
variedad a la que pertenece. Por lo demás, su piel aporta, sobre todo,
vitamina C y, en menor cantidad, vitaminas del grupo B.
Pepino
No
debería importarte un pepino su piel, ya que sus principales beneficios
se concentran allí. Te recomendamos consumirlo bien lavado y sin pelar:
su piel tiene muchísima fibra y una dosis interesante de betacaroteno
(una vez se pela su contenido se reduce a cero), que se transforma en
vitamina A cuando el organismo la necesita. Dos consejos: rechaza los
ejemplares más grandes porque suelen tener un sabor más amargo y cuando
lo compres presiona en un extremo del tallo: si está blando significa
que hace tiempo que fue recolectado.
Patata
Lo
ideal sería consumirla con piel, porque en ella se concentra la mayoría
de fibra y de nutrientes, en especial vitamina C, que se consigue
mantener en parte si la cueces con su propia piel. Sin embargo, es
habitual que se rocíen con productos tóxicos para evitar la aparición de
brotes, por lo que es conveniente tomarlas peladas, a excepción de que
provengan de cultivos ecológicos.
Zanahoria
Al
tratarse de una raíz, absorbe los nutrientes y los asimila en forma de
azúcares. "Por ser un tubérculo tiene una buena cantidad de caroteno
interno, por lo que simplemente pierdes algo de vitaminas y minerales",
explica Jesús Huertas. Cuando compres zanahorias, elige las de tamaño
pequeño o mediano, de color naranja vivo. Si la lavas bien, te las
puedes comer pelada, pero, si no, tampoco se hunde el mundo.
Uva
En
su piel se concentra un compuesto llamado resveratrol. Hablamos de "la
molécula más de moda a nivel internacional", señala Francisco Orallo,
catedrático de la Universidad de Santiago de Compostela y una de las
personas que más ha estudiado este potente antioxidante. De hecho,
algunas cremas anti-edad de precios astronómicos incluyen extracto de
resveratrol en su composición. Esta sustancia, que se encuentra sólo
presente en la piel de la uva (ya que la pulpa es básicamente agua),
tiene actividad anti-cancerígena y anti-envejecimiento, además de
contener el principio activo responsable del efecto cardioprotector del
vino", señala Orallo.
Una
curiosidad: el vino tinto contiene más resveratrol que el blanco. Ello
no se debe a que se utilicen uvas negras o blancas, sino a que en su
elaboración no se retira la piel de la uva, al contrario de lo que
sucede con el vino blanco. Por cierto, diversos estudios demuestran que
los vinos de la Rioja tienen más resveratrol que los de otras
denominaciones de origen (pero recuerda: cuando bebes más de una copa,
el vino deja de tener efectos beneficiosos).
Sandía
Vale,
sí, es imposible comerse la piel de la sandía, pero no así la parte
blanca. Científicos de la Universidad A&M de Texas (EE.UU.) han
demostrado que la sandía es rica en una sustancia llamada citrulina, un
potente dilatador de los vasos sanguíneos que cumple la misma función
que el sidenafil, el principio activo del Viagra. Según Bhimu Patil,
director del Centro de Mejora de Frutas y Vegetales de la Universidad
A&M, la parte blanca de la sandía produce maravillas en el corazón y
el sistema circulatorio.
Manzana
Es
un ejemplo de libro para ilustrar por qué te deberías de comer la piel.
Al pelarla, te dejas en el plato hasta un 11% de su fibra. Pero eso no
es lo peor: el contenido de vitamina C es de 3 a 5 veces mayor en la
piel que en la pulpa. De hecho, un estudio de la Universidad de Cornell
(EE.UU.) demuestra que la piel de la manzana contiene varios compuestos
que inhiben o eliminan las células cancerígenas. "Da igual que sea roja,
verde o amarilla: la manzana siempre hay que comérsela con piel (eso
sí, bien lavada). En caso contrario eliminas la mayor parte de sus
vitaminas y antioxidantes", confirma Jesús Huertas.
Pera
Cuando
pelas una pera, te cargas el 34% de su fibra, lo que no es ninguna
tontería, bien mirado. Según dos estudios realizados en EE.UU. con
roedores, se ha demostrado empíricamente que la piel de la pera ejerce
una influencia positiva "significativamente más elevada" que la pulpa en
cuanto a su poder antioxidante.